En consulta, muchas personas me comentan que les resulta difícil llegar a casa y no atacar la nevera. ¡Normal! Llegamos hambrientas y, a menudo, con una mezcla de ansiedad y cansancio que nos hemos acostumbrado a gestionar comiendo.
Al final del día, muchas tenemos una especie de “ritual” que nos hace bajar el ritmo… es como un botón que nos ayuda a volver a nuestro cuerpo y a ralentizar a la cabeza. Este botón muchas veces es la comida (a veces el tabaco o el alcohol).
Si llegas a casa y no tienes nada preparado, es muy fácil empezar a picar ‘lo que hay’ mientras cocinas algo (o ya te quedas con eso). Y no suele darnos para picar tomates cherry 🙈. A menudo, las preferencias van por frutos secos, picatostes, patatillas, queso, embutido, pan tostado… Esto hace que, cuando la cena esté lista, ya ni hambre tenemos. Terminamos comiendo demasiado y mal.
Pero ¿qué pasaría si tuvieras siempre comida cocinada disponible en la nevera?
¡Te reto a que pruebes un cambio de ritual!
Los primeros días puede no resultar fácil, ya que el ser humano es de hábitos y las comidas crujientes, procesadas y ricas en sal son difíciles de resistir. Pero a la que cambies este hábito y lo integres, ya será automático. Al día siguiente te despertarás sintiéndote orgullosa de ti y con una mucho mejor sensación en el cuerpo. El sistema digestivo debe descansar por la noche… ¡y es difícil descansar cuando le damos demasiado trabajo!
Solo necesitas un poco de organización y otro poco de motivación para mantenerlo el tiempo suficiente para que tu cerebro lo integre. Cuando llegues a casa, toma un vaso de agua tibia (o caldo con miso, caldo de huesos) mientras preparas una cena rápida con los alimentos de tu surtida despensa o nevera.
A la larga, tu cuerpo te agradecerá el esfuerzo. 🌱
Para evitar asaltar la nevera al llegar a casa, te recomiendo que tengas en tu despensa y frigorífico los siguientes alimentos:
Cremas de verduras
Ten varias opciones listas o prepáralas con antelación. Puedes elaborarlas el domingo, por ejemplo, y conservarlas en la nevera (o congelar alguna porción). Si prefieres comprarlas, elige opciones naturales y sin aditivos.
Sopas con pescado
Encuentra recetas variadas para comidas rápidas y nutritivas. Con un poco de verduras (apio, puerro, zanahoria) y un buen caldo, tienes la base para una cena maravillosa y reconfortante. Si necesitas ideas, puedes encontrarlas en mi Instagram: @mariamiguel.correia.
Alimentos ricos en almidón ya cocidos
Boniato, patata, calabaza… Puedes refrigerarlos 24 horas para disfrutar del tan apreciado almidón resistente.
Alimentos ricos en proteínas de cocción rápida
Pescado, tempeh, hamburguesas caseras… Descongela, cada día, tu porción para el día siguiente.
Verduras de cocción rápida
Brócoli, zanahoria, calabacín, setas…
Verduras que puedas comer crudas
Rúcula, germinados, zanahoria, canónigos, endivias…
Ingredientes que hagan tus platos especiales
Levadura nutricional, semillas de calabaza, girasol o cáñamo, miso, verduras encurtidas, verduras lactofermentadas… Estos alimentos pueden transformar un plato aburrido en una creación digna de estrella Michelin.
Cocina un día a la semana en cantidad generosa y luego divídelo en porciones. Congela un par de tuppers y guarda los demás en la nevera en tuppers o frascos de cristal. Al llegar a casa, mientras calientas la crema, prepárate un buen trozo de pescado a la plancha o una tortilla francesa con 2-3 huevos. Añade semillas y levadura nutricional a tu sopa para hacerla más sabrosa. Además, las semillas te obligarán a masticar, lo que favorecerá tu digestión y aliviará la tensión acumulada en la mandíbula.
Y recuerda: nutrirte bien es quererte.
Una alimentación equilibrada no solo cuida tu cuerpo, sino que también te ayudará a ser más feliz.
¡Salud!